jueves, 13 de septiembre de 2007

Las Escuelas y la Enseñanza en la Sociedad de la Informacion

Actualmente nos encontramos con una transformación tan seria de la educación que los pilares que sostenía su autonomía escolar y sobre lo cual se fundaba su influencia social parecen derrumbarse en nuestros propios ojos.

El final del siglo XX situó las escuelas, y la enseñanza en general, ante un nuevo escenario tecnológico: repleto de satélites de comunicación, de fibra óptica, de información digitalizada de ordenadores personales cada vez más potentes de realidad virtual. Pero también delante de un escenario social: globalización financiera, desarrollo del comercio internacional, presión de corte neoliberal sobre el Estado de bienestar, en pocas palabras en un brusco y profundo cambio de circunstancias.

Los centros de enseñanza han soportado la presión del cambio con la crisis y contradicciones: reformas, malestar docente, insuficiencia de recursos, desmotivación de los estudiantes, desorientación e incertidumbre. En términos generales la renovación tecnológica en la educación es pobre y lenta en los países desarrollados y escasísima en los no desarrollados.

Las escuelas y los centros de enseñanzas fueron durante siglos instituciones que gozaban de la hegemonía. Muchos de ellos derivaban de instituciones sagradas como iglesias o corporaciones de sacerdotes. Algunos de estos libros eran sagrados como: el Corán, la Biblia, etc. Otros estaban autentícamele sacralizados, como: Homero, Aristóteles, etc. Al margen de estos textos, y fuera de la escuela, la producción y circulación del saber eran muy escasas y, en todo caso, cuando representaban una ligerísima competencia a la escuela oficial, tendían a ser sofocadas. Luego con la invención de la imprenta el libro recibió en los siglos XV y XVI u impulso decisivo, el papel de la escuela se iba ensanchando y adquiriendo paulatinamente una función universalizadora.

Con la aparición de la sociedad de la información, las fuentes de saber y de acumulación del conocimiento, se multiplican se expanden y se difunden. Los libros ya no se escasean sino que pueden multiplicarse por cientos de miles. Los medios audiovisuales difunden la información a la velocidad de la luz y hacen crecer. En este contexto nadie discute que se ha producido una explosión de información y conocimiento que ha desbordado a los centros educativos. Desde entonces, las escuelas y universidades ya no son los únicos centros de la racionalidad y el progreso científico social, ni los únicos que controlan la distribución del saber social.

Tanto cambio, acumulado en poco tiempo, ha conducido a una crisis múltiple que la escuela y la enseñanza están viviendo intensamente en este principio de siglo. Hay crisis en los curricula escolares, en el rol del profesorado, en el lenguaje que funda la escuela, en los recursos técnicos, crisis de modelos de valores y de sistema de socializad, y finalmente crisis de gestión.

La enseñanza y la educación se tienen que transformar en una doble dimensión: intelectual y práctica. En la primea le corresponde una renovación de los principios que la inspiran, de su filosofía y de los lenguajes con los que trabaja. En la segunda, se debe implicar en una transformación profunda de infraestructuras, instrumentos, reglas y normas.

Se podría decir que ambas tareas se resumen en un cambio profundo de un ecosistema comunicativo. Hasta hace poco las escuelas se pensaban como un universo cerrado en sí mismo que había de propiciar la comunicación entre profesores y estudiantes. El nuevo siglo requiere de un enfoque radicalmente diferente. Las escuelas tienen que establecer sistemas de comunicación en su entorno y procesar la información del contexto de un modo útil a sus fines y, al mismo tiempo, proyectar sus mensajes hacia fuera.

El ocio, considerado como tiempo libre, es decir, como la gestión personal que realizamos de nuestros periodos extralaborales, ha sido tradicionalmente un tema abandonado por los educadores, los sociólogos y los teóricos de la comunicación hasta fecha reciente. El ocio es el tiempo extralaboral, es un espacio temporal en que se agrupan tanto los periodos dedicados al descanso, como a la diversión, la educación y la cultura.

La escuela siempre se ha planteado el ocio como un periodo muerto, un tiempo de descanso-intervalo o de actividades extraescolares, un tiempo de tentaciones y de distracciones de la productividad.

2 comentarios:

Mercedes Aurelia Muñoz dijo...

Así como resumiste, cuando entendamos que no sólo enlas cuatro paredes de la escuela es que se aprende, entonces aprovecharemos mejor el conocido "ocio" para aumentar nuestro aservo y ser mejores individuos. Muy buen resumen.

Joan Espino dijo...

Muy interesante la propuesta, me ha gustado mucho el nombre de tu blog.

Espero que siga creciendo!!

exitos!

Joan Espino